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miércoles, 11 de junio de 2014

Gestión de Daños de Jabalí

Los daños que los jabalíes causan traen de cabeza a numerosos agricultores y el enfrentamiento de estos con los cazadores es ineludible. Sin embargo, si estudiamos la etología del suido y aprendemos algunas nociones básicas sobre su gestión, podemos reducir estos daños. A continuación les contamos cuales son las prácticas adecuadas para mitigarlos.


Daño en Pino Silvestre
Los daños causados por el jabalí, están íntimamente relacionados con aspectos de la biología de la especie, como son: el celo, la dieta y su comportamiento.
En cuanto a la reproducción, hay que tener en cuenta que está marcada por la disponibilidad de alimento. Así pues, la mayoría de los alumbramientos se producirán en los meses de abril y mayo, coincidiendo con la maduración del cereal o el brote de los viñedos. De aquí se deriva el primero de los problemas de interacción de nuestro jabalí con los cultivos agrícolas.
También de importancia es conocer la estructura de población de este artiodáctilo. El jabalí es un animal social, con un marcado comportamiento matriarcal. Generalmente suelen juntarse tres o cuatro hembras con sus crías, seguidos estos grupos por otros animales periféricos, sobre todo machos en época de celo.
Estos grupos son liderados generalmente por la hembra más vieja. Este comportamiento jerárquico y la competencia de estos grupos con otros de la misma especie, determina el número de jabalíes que entra a los cultivos y por ende, su mayor o menor impacto.
Bien es cierto, que el jabalí es un animal omnívoro y basa su dieta en diversos alimentos, según su disponibilidad. No obstante, tiene una muy marcada preferencia hacia alguno de ellos. De esta manera, si en la zona donde habita un jabalí encuentra uno de estos como puede ser: el maíz, el trigo, la avena o diferentes frutos forestales como bellotas, almendras, hayucos y otros; tenderá a alimentarse de él como principal complemento dietético y los daños ligados a esta fuente de alimentación serán cuantiosos.
En zonas de hábitat forestal se ha detectado que la presencia de daños de jabalí coincide con la vecería de las especies forestales. Esto significa, que en aquellos años de escasa fructificación los daños del jabalí son cuantiosos y no así en años de abundante fruto.

Gestión de sus daños:
Daños en siembra de cereal
Como en tantas otras especies el debate está servido. El impacto del jabalí a los cultivos siempre está marcado por la controversia y en la mayoría de los casos su gestión se reduce a un permiso de espera para así “tapar la boca” a los cazadores, o al pago de una indemnización por daños a los agricultores.
Generalmente, ninguna de las dos anteriores soluciones acaba con el problema, ya que en la mayoría de los casos las indemnizaciones no satisfacen a los afectados y tampoco se expiden de una manera acertada estos permisos de control de la especie mediante la caza. Para que entendáis esto último os expongo un caso particular: en la primavera de 2012 los agricultores de un coto de caza menor de la Comunidad de Madrid nos avisan de los daños ocasionados por los jabalís en diferentes cultivos. El presidente del coto solicita un permiso especial por daños para la caza en espera. Este permiso no es concedido hasta agosto. Totalmente absurdo pues el daño ya está hecho y los agricultores hace más de un mes que han cosechado.
Creo que la verdadera gestión es aquella que aúna el atajo del problema desde diferentes puntos. Y esto pasa previamente por una buena prevención de los daños.
En la prevención existen diferentes alternativas. La primera es la gestión de las poblaciones mediante su aprovechamiento cinegético. Pero estudiando la densidad de población, la distribución del jabalí en la zona donde se han producido los daños y teniendo en cuenta los aspectos anteriormente apuntados como son el comportamiento, el celo y la dieta de este.
Cazadores inexpertos no entienden bien este tipo de permisos y son reacios a disparar sobre ejemplares jóvenes, demostrando mayor interés por la búsqueda del trofeo. Creo que esto es un error. Este tipo de actuaciones ocasiona la muerte de grandes jabalíes, muchas veces hembras -dada la inexperiencia del cazador y la escasa visibilidad en las esperas nocturnas- que en numerosas ocasiones van acompañadas de jóvenes jabalíes que al quedarse huérfanos son obligados a sobrevivir a expensas de lo que conocen: el cultivo en cuestión. Produciendo una reacción inversa, con lo que el daño que se pretendía evitar se verá incrementado.
Otra manera de prevenir estos daños es la alimentación suplementaria. Aunque menos efectiva, tiene por objeto disuadir a los animales atrayendo su atención hacia puntos seleccionados. Estos puntos pueden ser comederos artificiales o siembras expresas para la alimentación del jabalí.
También es interesante el estudio de la implantación de los cultivos. Se puede planificar la implantación de estos de manera que aquellos menos atractivos -como las variedades de trigo con grandes aristas, ciertas variedades de cebada, colza, etc.- queden situados en el borde de los encames, y aquellos más sensibles -como el maíz o el trigo- queden situados a mayor distancia de las zonas donde descansa el jabalí.
También son ocasionalmente utilizados los “elementos barrera”. Dentro de estos podemos incluir los cerramientos con malla cinegética, los pastores eléctricos y los repelentes.
El pastor eléctrico es uno de los métodos más efectivos. Su funcionamiento es la liberación de descargas eléctricas al jabalí una vez toca el hilo haciendo que este retroceda e impidiendo su entrada al campo. Es indispensable que el voltaje de impulso supere los 6.000 voltios, ya que a pesar de ser efectivas para ganado doméstico descargas eléctricas de menor voltaje, en el caso del jabalí pueden no ser suficientes. Los hilos del cercado se colocarán a 25 y 50 centímetros del suelo.
Otro método disuasorio son los repelentes olfativos. Este tipo de repelentes son eficaces pero durante un pequeño periodo de tiempo.
Como conclusión podemos apuntar que la prevención de daños no es algo imposible, sin embargo, aún o se ha descubierto ningún método que sea la panacea. El estudio de las poblaciones y la combinación de diversos métodos pueden evitar numerosos daños agrícolas y rebajar notablemente el importe de las indemnizaciones. Para ello es importante la colaboración y el trabajo conjunto de agricultores, gestores y cazadores. En la práctica, un método efectivo en un caso particular puede no ser válido bajo otras circunstancias. Por ello, es necesario realizar un minucioso estudio de las características del hábitat y valorar el problema detenidamente, para después organizar en el tiempo y en el espacio los métodos alternativos apuntados anteriormente.

Texto y fotos: Eduardo Pompa.

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